La ruta de Cachi a Salta siempre es muy bonita. Es una ruta de montaña, llena de lindas vistas y cielos azules…

El Parque Nacional Los Cardones, una joya en la ruta de Cachi a Salta

Una de las partes más interesantes es cuando se pasa por el Parque Nacional Los Cardones, que es justamente una extensión de tierra entre las montañas con todo tipo y tamaño de cardones, algunos de ellos de unas dimensiones muy impresionantes, y hasta los usan como si fuera una madera, en algunas construcciones.

La ruta es asfaltada en su mayor parte, pero hay un tramo de ripio el cual es bastante lento debido al tráfico y a que el terreno es muy duro, mucha piedra sobre y debajo del ripio, por lo que se debe transitar a velocidades muy bajas para no romper neumático y/o llanta.

Sin mayor problema seguimos avanzando hasta que llegamos a la zona de conexión de celular, desde donde Diego empezó a chequear vuelos a Buenos Aires y encontrando uno cercano a medianoche (ya serían las 17/18 horas), nos pidió que lo dejáramos en el aeropuerto de Salta, el cual se encuentra en el camino de entrada.

Una vez que nos despedimos, nos fuimos al centro al hotel que pudimos reservar, no muy lindo pero no había muchas más alternativas, había mucho turismo. Es más, en Salta siempre hay mucho turismo, la ciudad es preciosa, los vinos mejores y las empanadas excepcionales.

Llegamos al hotel, nos alojamos y nos fuimos a comer. Nada muy famoso, pero lo necesario para irnos a dormir. Al día siguiente, nos tocaba la ruta a Buenos Aires, unos 1.500 kilómetros.

Salimos de madrugada, tomamos la ruta 9 hacia Tucumán, ya que la 34 nos habían dicho que estaba bastante mala. Pasando por Tucumán city, notamos algo en la rueda delantera izquierda, miramos y vemos que está muy baja, por lo que nos dirigimos a una gomería. Terminando el trámite, continuamos camino a Termas de Río Hondo, la cual nos sorprendió, ya que se ha convertido en una ciudad, la cual nos demandó bastante tiempo atravesar.

Un cambio de planes en la ruta hacia Buenos Aires

Una vez en ruta hacia Santiago del Estero City, nos damos cuenta de que es una locura tirarse a Buenos Aires, ya no hay forma de hacer promedio, atravesar las ciudades es lento, mucho tráfico y pocas ganas de viajar de noche y matarnos en el intento, así que decidimos llegar a Rafaela, donde hay un lindo hotel donde yo ya había parado alguna vez, y continuamos nuestro camino ya más relajados con esa decisión. Años atrás, en 15 horas llegabas, pero también tenía 15 años menos que en ese entonces.

Llegamos al Hotel Campo Alegre de Rafaela, nos alojamos, cenamos algo rico y obvio, unas cervezas, y nos fuimos a dormir. Al día siguiente, salimos sin apuro hacia Rosario y desde ahí por la Panamericana hacia Buenos Aires. Llegamos a muy buena hora, dejé a Werner en su hotel, yo me fui a casa, y así terminó el viaje, el cual tengo la suerte de recordar aquí .