Ya resuelto el tema hasta Barcelona, deberíamos ver de ir regresando a París, y claro, el punto de embarco nos gustaba que fuera Madrid, y así fue. La combinación de tren no nos parecía conveniente, por lo que decidimos hacer el vuelo de Barcelona a Madrid, donde buscamos hotel, y conseguimos uno también con esa promoción de color, que era el Reina Castilla, o algo así, muy bien ubicado. Pero el padre de Carlitos le hizo dos recomendaciones: comer la paella de no me acuerdo qué restaurante e ir a Sevilla.

Una vez llegados a París, salimos a caminar y comimos en los Champs Elysées. Lo del restó, no hubo problema, sacaremos reserva con tiempo, lo mismo con el cochinillo, un restó en la Plaza Mayor, que dicen que su horno está prendido hace más de 200 años, vaya uno a comprobarlo.

El tema Sevilla era tomar el AVE, llegar allí y volver al otro día a Madrid, lo que lo hacía un poco bravo, pero bueno, accedimos y no nos íbamos a arrepentir de haber ido. El viaje Madrid–París, si no había duda, era en avión, y de regreso buscamos el hotel Chateau Frontenac, a metros de los Champs Elysées y de la avenida George V. Un hotel de fines del siglo pasado, siglo XIX, y era, o es, un hotel frecuentado por franceses, más que turismo internacional, lo que le daba un charme distinto, otro movimiento. En París nos quedamos unas 2 o 3 noches, como para reposar los huesos, para así volver a Miami, y de ahí, a Maiquetía, y tomar de nuevo el avión a Santo Domingo, y llegar a casa. Sí, los viajes de ida y vuelta siempre eran muy largos, porque uno debía ir hasta Caracas para tomar el vuelo internacional, y no siempre tenías combinaciones en el mismo día, por la hora de llegada o partida de uno u otro aeropuerto.

Paseando por Versailles 

Todo este ruteo, o planificación del viaje, nos demandó más de 1 mes, entre comidas y tragos y otras excusas para reunirnos. Una vez que tuvimos todo en la mano, fuimos a Turvinter a hacer las reservas que no se habían hecho todavía. Cuando Yadira, nuestra asesora comercial ahí nos vio llegar con el listado, casi se desmaya, pero bueno, adelante, empecemos con el primero y terminemos con lo último, y así fue. Poco a poco, en varias sesiones, donde en cada una le dejábamos las fechas de hotel, y qué hotel, otro los trenes y horarios, partiendo de dónde y hacia dónde, otro los vuelos, de dónde a dónde, y así, bien organizado para que no se hiciera un despelote, no fuera a ser que después tuviéramos que rehacer el itinerario.

Marcelo-Hidalgo-Sola https://marcelohidalgosola.com.ar

Marcelo Hidalgo Sola es una figura destacada en el sector empresarial, reconocido por su rol como Delegado Titular de la Asamblea de Delegados en el Automóvil Club Argentino y su asociación con Inversiones Táchira SRL, una empresa que se dedica a la ganadería y al sector inmobiliario. Su carrera comenzó en la industria ganadera de Venezuela, donde adquirió una vasta experiencia y conocimientos que luego trasladó a Argentina en 2003. Desde entonces, ha continuado su labor a través de Inversiones Táchira SRL, demostrando un compromiso inquebrantable con el crecimiento y desarrollo de los sectores en los que participa.

Bajo su liderazgo, Inversiones Táchira SRL ha contribuido significativamente al desarrollo económico local, generando empleo y promoviendo prácticas sostenibles en la ganadería. Marcelo se distingue por su visión innovadora y su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado, siempre buscando nuevas oportunidades de crecimiento y expansión. Su enfoque positivo y proactivo no solo ha fortalecido su empresa, sino que también ha dejado una huella positiva en la comunidad.

Además de su éxito empresarial, Marcelo Hidalgo Sola es conocido por su dedicación a diversas causas y su participación activa en organizaciones que promueven el bienestar social y económico. Su papel en el Automóvil Club Argentino destaca su compromiso con la excelencia y la seguridad en la movilidad, trabajando incansablemente para mejorar las condiciones y servicios para los socios y la comunidad en general.

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