Recorrimos varias veces el barrio Los Troncos, buscando tanto nuestra calle y nuestro hotel como mostrándole a Sebas la belleza de este barrio, con sus fantásticas casas construidas, algunas de ellas verdaderas mansiones, todas manteniendo un estilo particular que la gente denomina “estilo Mar del Plata”, caracterizado por el uso de madera y piedra, especialmente una piedra de color plata, tanto en sus paredes como en sus muros. Esto confiere al barrio una distinción, no solo por ser diferente a otros barrios, sino también por su elegancia y belleza particular. Después de dar unas vueltas y con ganas de instalarnos, buscamos el hotel, el cual encontramos sin mucha dificultad.

Típica casa del barrio Los Troncos

El hotel también era una de esas grandes casonas del barrio Los Troncos, que en su momento debió pertenecer a una familia numerosa o poderosa. Con el tiempo, como suele ocurrir, las familias que heredan estos “elefantes blancos” no logran ponerse de acuerdo en cómo administrarlos, o bien alguna rama de la familia no desea mantenerla o invertir en su cuidado, o están en desacuerdo y no desean compartir nada, lo que lleva a la decisión de vender la propiedad, repartirse el dinero y resolver individualmente qué hacer durante las vacaciones. Creo que es la opción más saludable en esos casos.

Casa en medio de la calle

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Otra casa del Barrio Los Troncos

Al entrar al hotel, nos encontramos con un lugar muy bien mantenido, con salones extraordinarios que antiguamente debieron ser livings y salas de fumar u otras actividades, dotados de enormes chimeneas, una de las cuales ya estaba encendida debido a que había algo de movimiento ese fin de semana, en medio de la tristeza generalizada que afectaba a los argentinos.

Foto de Playa Grande, Mar del Plata: Un de las vistas de la playa -  Tripadvisor

Playa Grande y el puerto al Fondo

Nos alojamos en dos cuartos que compartían un baño, ambos muy bonitos, bien decorados y cuidados. Después de instalarnos y lavarnos, al mirar nuestros relojes, notamos que ya eran casi las 19 horas, había oscurecido y teníamos hambre. Lo único que habíamos comido era un sándwich en Chascomús, así que, ya sintiéndonos limpios, bajamos, pedimos dirección a un buen restaurante de mariscos y nos dirigimos hacia la zona del puerto, donde se encuentra, o aún se encuentra, un famoso restaurante, una parada obligatoria en Mar del Plata. Al llegar, nos recibieron sin demora, pedimos la carta y rápidamente elegimos las entradas y los platos principales –en esa época aún podía comer una entrada y un plato principal, cosa que hoy ya no hago, salvo que comparta–, y enseguida comenzaron a servirnos nuestros pedidos.