Como decía, la elección del sitio donde se va a instalar la manga debe ser muy bien estudiada, ya que una vez plantada, esta no se puede mover. El sitio debe ser alto para que en lluvias, el agua drene rápidamente y se seque el piso, ya que, de lo contrario, bien puede demorar los trabajos a realizar, o bien, ya con los animales dentro, destrozar toda la instalación. Elegimos un sitio a mitad del campo, sobre el lado oeste del mismo, sobre una calle municipal, de tierra, un buen acceso, siempre y cuando no llueva, a unos 3 o 4 kms. del asfalto de la ruta prov. # 3. Primero, hubo que limpiar el terreno, sacar la maleza, cortar unos árboles bajitos que había, destroncar, con un tractor y una pala, alisar bien el terreno, compactar, y una vez hecho todo esto, ahí marcamos con unas estacas donde se iba a instalar la manga. Todo esto, por supuesto, estaba conversado y supervisado por la gente de Schulz, quienes tienen la responsabilidad de que esa manga quede bien plantada y dure 100 años. Los corrales, una vez terminada la instalación, íbamos a empezar a diseñarlos, todavía no.

Así se van plantando los esquineros, y luego los postes intermedios.

Llega entonces el día que el camión de los Schulz llega, y empiezan a bajar ese poco de tablas y fierros y cajas y postes. Se hace una pila inmensa de piezas, y por suerte, el día era despejado, brillante, no muy caluroso, y poco o nada de viento, lo que favorece que al empezar a cavar, esa tierra no vuele para todos lados. Empiezan con la medición con un teodolito, para ver los niveles, los cuales los marcan con unos tacos enterrados en el piso, y más que tacos, son unos tremendos cubos de quebracho, los cuales van plantados en el piso, en sendos pozos, asomando unos pocos centímetros sobre el nivel del piso, tacos que son los que marcan el ras de los 12 metros de manga más los 4 metros del cepo. Sobre esos tacos, se van a ir afirmando luego los módulos de la manga, con taladro se hacen los agujeros, y luego se sujetan los parantes de los tramos, con pesadisimas tuercas y bulones, es como si armaran un Meccano, en Meccano de gigantes.

Esta vez una picada, la cual había que agrandar para luego meter los alambrados eléctricos. Y así van, tramo a tramo, con una prolijidad digna de orfebres, armando la manga, que de a poco, se empieza a ver como tal, sale a la luz un nuevo proyecto, y fue realmente emocionante poder ver como un proyecto como este puede irse plasmando, ver y tocar lo que uno deseó para mejorar esas tierras.