Hay que ver con la prolijidad que hacen esos pozos, a pura pala y pico eventualmente. Si bien la superficie es tierra negra, al bajar los primeros 20 o 30 cm, el suelo se hace bastante gredoso, lo que hace falta tener buenas palas, terminadas en punta, cosa de poder cortar esa greda, penetrar en ella y así lograr esa profundidad. Se pone el poste esquinero para ver la profundidad y se mide lo que da expuesto; se ve que faltan 10 o 15 cm, se saca, se vuelve a cavar, se prueba nuevamente, y ahí sí, queda conforme a la altura prevista, y se empieza a rellenar el pozo, con la misma tierra, se echa de a poco, se compacta, se echa otra capa y se vuelve a compactar, se pone una pesa al poste para comprobar que esté perfectamente derecho, perpendicular al piso, lo vuelven a sostener y se echa más tierra y se sigue compactando, y así en una cadencia digna de una obra de teatro, se van plantando los esquineros y luego, se trazan las líneas entre ellos con un cordel y se empiezan a hacer los pozos para los postes intermedios y se mide la distancia de uno a otro, que se estableció en 1,20 m, y el pozo se hace respetando el centro, que es donde pasa el cordel, bien tirante. Así se sigue, una tarea cansadora, más para los que ponen el esfuerzo, pero de a poco se van viendo los resultados.

La casa, con mi Jeep Cherokee ahí a la sombra, todavía no habíamos arreglado ciertos temas.

Como parte de la vida en estos menesteres, en el vecindario pasan cosas, más allá de nuestros trabajos, los cuales son dignos de destacar, y uno de ellos es el remate anual que se sucede los días 31 de agosto en la estancia vecina a mi campo, lindero ruta de por medio, que es La Leonor, de Cabaña Las Lilas. Un campo que está sobre el Río Bermejo, río que los antecesores de los presentes dueños, a principios del siglo XX, usaban para trasladarse desde Resistencia a este establecimiento, ya que las rutas terrestres eran casi inexistentes. Sólo estaba el tren, que iba a Roque Sáenz Peña, pero igual, llegar de ahí a este campo, era una travesía; además, eran travesías con vehículos rústicos, nada que ver con lo que conocemos hoy. Era un campo de más de 300 mil has., que luego por diversas circunstancias, se fue achicando a las 25 mil, aprox., que tiene hoy.

Sin cambiar el texto, respetando el mismo artículo, arregla los signos de puntuación que están mal por ejemplo espacio coma: La casa, vista desde otro costado, todavía le falta la pintura, unos arreglos, zinguería y otros temas.

El asunto es que este remate anual era una fiesta local, provincial si se quiere y hasta regional, ya que compradores de países limítrofes venían. Pero en próximo capítulo, vamos a explicar por qué era una fiesta y ya no lo es más.