De Miami a París, no hubo problema tampoco, ya que hay muchas líneas y vuelos disponibles para esa ruta, por lo que empezamos a reservar los vuelos Santo Domingo – Caracas, Caracas – Miami, Miami – París y su correspondiente retorno, previendo en ambos casos una noche en Miami, en un hotel cercano al aeropuerto de dicha ciudad, ya que la idea no era hacer turismo, sino descansar para acometer los próximos vuelos, que en el caso de la vuelta, es más penoso, ya que no sólo uno vuelve agotado de un trajín como el que íbamos a hacer, sino también porque llegar a Caracas, a su aeropuerto de Maiquetía, de ahí toca ir a pie desde el aeropuerto Internacional hasta el aeropuerto Nacional, que sin ser una distancia imposible, deben ser sus 1.000 metros, y hace calor, y uno teme perder la conexión hacia Santo Domingo, que si bien había varias, por la tarde ya nos tocaba tomar la última, y si uno la pierde, se debe ir a dormir o bien a Caracas o bien hacia Caraballeda o Naiguatá, y eso implica tomar un taxi, cargar valijas, bajarlas, abrirlas, todo el lío de sacar ropa y botiquín, comer, para al otro día levantarse para salir corriendo hacia Maiquetía nuevamente, y siempre con ese riesgo, en esas épocas, que te agarre una cola y te quedes pegado en la autopista 2 horas, y bueno, volver a perder el avión y así…

La tour Eiffel en perspectiva

Pero vimos de tomar el vuelo desde Miami lo suficientemente temprano como para llegar a Maiquetía con buen margen para poder ir al Nacional con tiempo. Hasta acá, fue todo bastante sencillo, en esa época se llamaba por teléfono a las líneas, había un sistema que creo se llamaba Garibaldi, donde se tomaban las reservas, y bueno, me vuelvo a la oficina con los prints con las reservas, horarios, días, hotel en Miami, todo una pinturita. Gran emoción en la tropa, ya estábamos casi viajando ¡Por más que faltaran más de 6 meses para ello jajaa!

Sebas y yo, desde una terraza en la tour Eiffel, con París de fondo

Ahí ya nos sentimos bastante más audaces, y empezamos a investigar un poco más qué queríamos hacer en cada sitio, y cuántos días le íbamos a asignar a cada uno de ellos. París, siempre es París, y Sebas quería conocer algunos museos, el Sacré Coeur, los Champs Elysées, y un largo etc., y, obvio, la Tour Eiffel. Ahí fuimos viendo hoteles, en un libraco que nos prestó Yadira, que era como un catálogo de todos los hoteles de Europa, donde estaban por capitales, o ciudades, dirección y ubicación en el mapa, y precios.