Como venía diciendo, con una factura de artesanos, van armando la manga, pieza a pieza, tablón a tablón, poniendo las tuercas, roscas y bulones donde está previsto el agujero, y es sorprendente ver que al cruzar esos tablones, los agujeros coinciden con su respectivo agujero opuesto con una precisión asombrosa. Así van terminando la manga y comienzan con la sala de operaciones, que es donde están los bretes, para poder inmovilizar al animal, por el cuello, en caso de que haga falta hacerle alguna cura o algún otro trabajo que requiera que el animal no se mueva, por ejemplo, descornar algún ternero, que siempre alguno viene con guampas. El tacto, cuando son vaquillas, se hace en la manga directamente; no hace falta embretar al animal, como tampoco a la hora de poner el fierro con la marca. Esto se hace llenando bien los 12 metros de la manga, de forma tal que los animales no tengan espacio para moverse, y así se puede trabajar bien. Terminan la manga, la sala de operaciones, y ya están instalando el cargadero, donde termina el ciclo de la producción; el animal ya está listo para ser entregado a su respectivo comprador. En la manga, en el año 2009, le pongo una balanza para 3.000 kilos, donde entran más de 10 animales, dependiendo del peso individual de cada uno; se la compré a De La Torre, un espectáculo. Cuando vienen los animales, los comprados para su recría, no se utiliza el cargadero, sino que se acomoda la jaula (modo coloquial de llamar al camión que tiene el acoplado apto para la carga de animales) en un zanjón o algo parecido, de culata, cosa que quede a menos de medio metro la salida posterior, y así se abre la reja, y los animales salen dando un pequeño salto hacia el piso, sin ningún inconveniente de estado físico.

Acá vemos a los muchachos cavando los pozos donde se van a plantar los postes, y una pila de postes.

Una vez terminada la instalación de la manga y otros, luego de reiterados agradecimientos y cordiales saludos, levantan sus elementos de trabajo y se van. Ahí nos quedamos con mis colaboradores, mirando el tosco diseño que yo había dibujado sobre una hoja cuadriculada, y empezamos a tirar cordeles con los metros planeados, y vamos marcando las esquinas, donde deben ir los postes más grandes, que son el soporte, los esquineros. Medimos, vemos los metros cuadrados que arroja esa cuadrícula, pensamos en la cantidad de animales que se deben encerrar, la circulación y un largo etcétera.

Llegando a caballo a la casa, así vista a lo lejos, y a la derecha, la ruta prov. #3. Ya cae la noche, y pica el estómago luego de un día completo andando de arriba para abajo, y aunque los días son cortos en esta época del año, el hambre nos llama al recogimiento, yéndose cada uno a su lugar.