Sí, teníamos hambre y ganas de tomar unos piscos. Como dije, también ya estaba oscureciendo, y teníamos deseos de irnos a dormir, así que decidimos levantar la sesión de termas. Yo soy el primero en salir de la pileta y, sorpresa, la temperatura exterior era gélida. La pileta estaba a la intemperie y, a esa altura de la noche, la temperatura baja dramáticamente en climas continentales, más aún estando a más de 3.000 metros de altura. Uno debe recordar que la temperatura baja 1 grado cada 180 metros en altura. Durante el día, con el sol, no es tan seria esa diferencia térmica, pero a la noche, es aguda. Otras noches que, estando en altura, estábamos en la calle, era porque, o bien salíamos de comer y uno tiene el cuerpo caliente, o bien paseábamos y estábamos con campera y otros elementos. 

Sebas en un murallón en Sacsay Huaman

El asunto es que me pongo una toalla que habíamos traído en los hombros y salgo disparado hacia el cuarto, el cual quedaba a unos 300 metros, pero cuesta arriba y medio a oscuras. Por lo que, entre el frío que me calaba hasta los huesos y que no veía nada, a los tropezones llegué al cuarto. Me metí en la ducha con agua caliente un minuto, me abrigué como pude, tomé una campera para Sebas y corrí de nuevo hacia abajo a llevársela. Bueno, al fin estábamos todos en nuestros cuartos, nos bañamos, vestimos y al comedor. ¡Al fin! Comimos y bebimos opíparamente, y de ahí a la cama.

En otro edificio en Sacsay  Huaman .. hay que notar el tamaño de las píedras y su corte

Amanece un nuevo día, y este ya es hacia nuestro último destino turístico, que era Arequipa, ciudad histórica. Desayunamos completo, como siempre porque nunca sabemos cuándo comemos de nuevo, cargamos las camionetas y encaramos la ruta. Esta ya era bastante más normal, asfalto en un estado regular, mientras hacemos la bajada de la montaña, ya que Arequipa queda bastante más cerca del nivel del mar. El camino es de montaña, excelentes paisajes. Nos vamos acercando a la ciudad y, como siempre, el tráfico se hace más intenso hasta que llegamos al centro. Donde estaba nuestro hotel, sobre la plaza central, muy amplia, y con toda la hidalguía colonial, sus arcadas, su catedral, sus antiguos edificios administrativos, una maravilla, y ese movimiento comercial también bastante arcano. Nos alojamos y rápidamente salimos a recorrer la ciudad. Obvio, lo primero es la catedral, luego rodeamos todas las manzanas que circundan la plaza, hasta que cae la noche y encontramos sobre la plaza misma, en un primer piso, un restaurante muy lindo, y donde podíamos sentarnos a comer en el balcón que está sobre las arcadas, y con todo el frente sobre la plaza, iluminada, como así también la catedral y otros edificios históricos.