Un día se nos ocurre también hacer un camping en el Lago Espejo. En esos años, 1998, y en diciembre, no había tanta gente deambulando; el turismo todavía estaba más acotado. Hay que pensar que la hotelería en Argentina estalla en el siglo XXI, en cantidad y calidad. Pueblos donde uno pasaba, zonas turísticas o quizás zonas de actividad agropecuaria, había solo una estación de servicio, un par de casas y un almacén, más la plaza central con su iglesia, intendencia y escuela y Banco Nación. Hoy es probable que consigas un buen hotel, pequeño pero limpio, buenos cuartos, y agradable. Por ejemplo, en la ruta del desierto que va de Gral. Acha a Col. 25 de Mayo, el único caserío que había allí se llamaba Chacharramendi. Hoy pasas, y tienes un hotel, estación de servicio, y, obvio, crecen los servicios, como una parrilla, almacén, kioscos. Y esto a pesar de que estás en medio de la nada, campos ganaderos infinitos, de monte achaparrado, y unos vientos que te tumban, más el frío que hace en estas llanuras en invierno.

      Pescando en el lago Espejo

Bueno, es así que un día partimos de campamento. Yo creo que la primera y única vez que hice campamento, con carpa y todo, fue en mi adolescencia, en un campo de un amigo, que íbamos a dormir al lado de una laguna, y así hicimos, llevamos el picnic, levantamos la carpa, y a media noche, ante la incomodidad, nos fuimos a dormir de vuelta a la casa, ¡jajaja! Pero esta vez no era tan fácil, ya que íbamos a ir en lancha hasta el otro lado del Lago, por lo que regresar de noche iba a ser imposible. Es así que llegamos con la camioneta y el tráiler con la lancha, la bajamos al lago, cargamos los bolsos y cañas de pescar, la carpa, y no me acuerdo qué más, y partimos. Llegamos al lugar que el guarda parques nos había indicado que se podía acampar, y nos pusimos a levantar la tienda. Ninguno de los 4 sabíamos bien qué hacer, los 2 menores, los hijos de cada uno de nosotros, por inexperiencia, y nosotros por el mismo motivo. Le dimos vuelta, hasta que al fin pudimos armarla.

       Nuestro humilde campamento en el Lago Espejo

Salimos a pescar para tener comida a la noche, porque ese era el sentido, y lo logramos, volviendo con 2 lindísimas truchas. Encendemos el fuego, limpiamos las truchas, las salamos, y voilà, ¡a la parrilla, si es que se podía llamar a eso parrilla! 

       Limpuiando las truchas que íbamos a comer a la nocheb

El asunto , es que nos la comimos con mucho gusto , ya sea por hambre ó por placer ¡! 

        Una de las 2 truchas que nos comimos a la noche, riquísimas 

Nos vamos a dormir, y a medianoche nos despertamos ateridos de frío. Es que nos habíamos olvidado de poner el techito del centro de la carpa, por lo que se metía la helada matinal. Le ponemos el techito, y de nuevo a dormir, hasta el día siguiente, y al despertar, consideramos que ya habíamos hecho la experiencia, y ya era hora de volver a la civilización.