Terminada nuestra excursión a los rápidos del Río Manso, bastante cansados, volvemos a Cumelén, cantando bajito, como se dice, con una previa escala en el A.C.A. de Bariloche para tanquear, tomar un café y seguir viaje. Si bien el día no estaba frío como esos días que suelen ocurrir en pleno verano, tampoco estaba soleado, por lo que debíamos ir bastante abrigados, más teniendo en cuenta que nos habíamos metido en las aguas heladas de deshielo del Río Manso.

Llegamos a Cumelén, ya empezaba a anochecer, y era ya la hora de la picada y el pisco sauer, bebida imprescindible para sacarse el frío interior. Luego, una opípara comida. Así van transcurriendo los pocos días que nos quedaban, entre caminatas, pesca y algún paseo por la zona en las camionetas, y alguna imprescindible salida a comer al clubhouse. Pasamos también el 31 de diciembre, donde fuimos a la cena del Clubhouse, y donde nos encontramos con una cantidad de gente que hacía tiempo que no veía, y que nos dio mucho gusto poder verlas nuevamente. Alegrías que dan los viajes y los reencuentros.

      Visitando San Carlos de Bariloche

Llega la hora de irse, ya pensando en la vuelta a Venezuela, y vamos a Aerolíneas en San Carlos de Bariloche, para reconfirmar pasajes de regreso, luego dar una vuelta por mi añorada Llao Llao, testigo de nuestras vacaciones en nuestra más tierna infancia, donde mi abuela tenía casa, sobre el lago Moreno. Damos una vuelta por Puerto Pañuelo, el mítico hotel Llao Llao, su cancha de golf, la península, donde mi viejo alquilaba casa también, y otros sitios donde paseábamos en esas vacaciones. Volvemos a Villa La Angostura, a descansar, ya que al otro día, salíamos muy temprano, con la idea de hacer de nuevo el trayecto a casa en el mismo día.

       Con el marco del lago Nahuel Huapi

Nos levantamos alrededor de las 5, a las 6 ya con las primeras luces partimos, esta vez tomamos el camino vía General Roca – Casa de Piedra, para reventar igualmente en Gral. Acha, y de ahí Sta. Rosa y Buenos Aires. Así lo hacemos, y llegamos a casa de mamá en Guido, ya a la nochecita. Contentos con el andar de la Jeep Cherokee, ya empezamos a pensar en otro viaje, pero algo más desafiante, para ponerla a prueba.

Ese par de días que estamos en Buenos Aires antes de partir hacia Venezuela, hablo con el hermano de mi cuñado, que hacía viajes de turismo aventura, y le propongo un viaje para el año que viene, tipo agosto o septiembre, vacaciones en Venezuela, y faltaban solo 6 meses, y así empezamos a pensar en la próxima aventura, que eso forma parte, también, del disfrute del viaje.

Jugando golf en Cumelen