Se hace un nuevo día, y de nuevo, a levantarse y prepararse para otro día intenso. Es curioso, pero uno habla de estos viajes y parecería ser que es más trabajo que disfrute. La diferencia entre estos viajes y la playa es que uno viene hasta aquí para conocer, vivir el lugar, sentir algo diferente, entre gente distinta, idioma distinto, modalidades claramente nuevas o alternativas. Y cuando hablo de diferentes o distintas, no estoy haciendo ninguna referencia a su jerarquía o acercamiento de valores, es solo lo que dice la palabra: diferente, otra cosa, otras vivencias.

Entrada a la Westminster Abbey

Así que bueno, aclarado este punto, sigo con lo inevitable, que es saborear los suculentos desayunos ingleses, que serían casi brunches, si se los hiciera un par de horas más tarde y con unas cervezas en vez de café con leche. Una vez desayunados, nos volvemos a los cuartos a lavarnos y buscar algún abrigo, por las dudas, y de ahí salimos a una nueva partida expedicionaria. Nos dirigimos esta vez, ya habiendo visitado otros lugares, al museo de Mme. Tussaud, el más que famoso museo de cera, con sedes en otros países, así como imitaciones de él también por otras latitudes.

André y yo frente al Westminster, una linda postal de nuestro viaje

Entramos con desconfianza, ya que no dábamos mucho por él, nos parecía uno más de esos lugares famosos sin mucho que ofrecer en cuanto a atracción histórica, lo considerábamos más una atracción frívola de turismo, pero así y todo, entramos, a pedido sobre todo de Sebas, que no se lo quería perder. Y gracias a él, conocimos algo imperdible. A medida que íbamos entrando, quedamos fascinados con la estética del lugar, los personajes, la calidad y la definición y la pureza y exactitud de los rasgos, no solo de las caras, sino también de sus manos, sus cabelleras, y sobre todo, la confección y finura de sus prendas de vestir, las telas soberbias que se usaron para realizarlos, el corte de las mismas, realmente un lujo. Empezamos a ver cada uno de los personajes, acercarnos a ellos, y parecería que estos nos hablaban, casi podíamos sentir el calor de sus cuerpos, así de reales parecen. Obvio, las primeras etapas son las de los reyes de Inglaterra, pasados y presentes, luego, y desde ya, los Fab 4, es decir, Los Beatles, que parecían estar cantando y riendo.

A la salida del museo de Mme. Tussaud, una parada en un pub para hacer una recarga

Seguimos paseando, y es lento el tránsito, no por la cantidad de gente, sino para sacarnos fotos y leer algunos detalles de la obra, o el año en que transcurre el episodio o bien el año en que vivió el personaje y la situación que lo hizo memorable. Y esta historia continúa.