Una decepción enológica: el vino cordobés que resultó ser de origen mendocino

No mencioné anteriormente que una de las consignas del viaje era probar vinos de la provincia en la que nos encontrábamos. En Córdoba, seleccionamos un vino cordobés, pero al leer mejor la etiqueta, nos dimos cuenta de que el vino había sido fraccionado en Córdoba y era de origen mendocino. Fue una gran decepción, pero a partir de ese momento fuimos más cuidadosos. Cabe mencionar que el vino tenía un nombre muy particular, muy propio de Córdoba.

Llegó la mañana y, después de una buena noche de descanso, desayunamos abundantemente, ya que en estos viajes uno no sabe cuándo volverá a comer. Cargamos nuestras maletas para continuar el viaje, esta vez hacia Salsacate, pasando por los Gigantes y luego por Chamical, para finalmente llegar esa noche a Villa Unión.

Explorando los imponentes paisajes de los Gigantes

Partimos desde Tanti en una mañana fantástica, fresca y soleada, y tomamos la ruta hacia Salsacate, que era de tierra. Una vez que cruzamos la cuesta, ascendimos hacia la llanura formada por esas sierras. Era un paisaje maravilloso, principalmente campos ganaderos con formaciones parecidas a los mallines de la Patagonia, con vegetación escasa pero mucho pasto, corrales y puestos sin mucha maquinaria agrícola. Así fue transcurriendo la primera parte del recorrido hasta que llegamos a la formación de los Gigantes. Eran auténticas moles de piedra en alturas imponentes, paredes rectas que terminaban en valles y llanuras donde se desarrollaba la actividad agropecuaria. Las montañas escarpadas adoptaban innumerables formas, algunas con picos blanqueados por la helada, ya que superaban los 3.000 metros de altura. La ruta nos llevaba a unos 2.000 metros sobre el nivel del mar.

También vimos algunos hoteles o, más bien, posadas, ya que en fines de semana y en verano debe haber mucho turismo local. Hablando de turismo, lo que sí se podía apreciar eran numerosos turistas extranjeros, ya que desde algunos miradores se pueden avistar cóndores, aguiluchos y otras aves de gran tamaño, así como ciervos, liebres, zorros y otras especies en las praderas.

Continuamos disfrutando del paisaje, sabiendo que es muy probable que no volvamos a esta región en el resto de nuestras vidas, a menos que ocurra alguna casualidad o recibamos una invitación. Podríamos decir que esto fue un “touch and go” (tocar y seguir) jajaja.

Comenzamos el descenso, y no dejamos de sorprendernos con una estructura edilicia de unos 10 pisos, donde la planta de entrada estaba en la terraza y el resto de la construcción se desarrollaba barranca abajo en un cañadón, donde en la base fluía un río. Nunca había visto algo así.