Y así fuimos avanzando, a una velocidad acorde también al estado del asfalto, que no era el mejor. Había ciertas arrugas y huellones producidos por los camiones, haciendo que la mano derecha fuera un poco menos que intransitable para nuestro auto. Pero seguimos tranquilos, previa parada en el A.C.A. de Chascomús a comer, que es una parada técnica icónica de esta ruta #2. Nos vamos aproximando a Mar del Plata, ya se empieza a sentir el aire de mar, y enseguida llegamos a la Avda. Colón, maravillosa, también con muy poca gente. Hay que recordar que en esa época estaba el corralito a pleno, no había efectivo, y había miedo, mucho miedo a ver qué iba a pasar, con Eduardo Duhalde de presidente y muchos disturbios pasados y presentes. Circulamos, entonces, por la Avda. Colón, hacemos esa subida, y de repente, se te abre todo el mar, visto desde esa altura, ya que Mar del Plata tiene esa geografía ondulada, marcada por el fin de ese sistema de serranías que viene desde Tandil y Olavarría. Llegamos a la costanera, y ahí tomamos a la derecha para dirigirnos hacia Playa Grande, para echarle una mirada, y de ahí, salir a buscar nuestro hotel, buscar la calle, ya que no había Google Maps en ese entonces.
Hotel Provincial
Transitar ese boulevard marítimo es fantástico, con sus subidas y bajadas, más cerca y más lejos del mar, ver esas olas, esas escolleras, una ciudad hecha con un gusto y pensando en el futuro grandioso de nuestra patria, ese futuro que soñaron tantos hombres, y que quedaron sus rastros, pero no esa patria grande y potente y poderosa para la cual hicieron esos planes. Ver las olas reventar contra los espigones, contra las piedras de la costa, dejar a mano derecha la plaza San Martín, con esas piedras que lucen como estatuas.
Llegando a Playa Grande
Claro, en nuestras plazas de Buenos Aires, no existen las piedras, no al menos las de esos tamaños; acá tenemos tierra, pasto y árboles plantados, esas piedras son originarias del sitio, adaptando el parque a esa naturaleza. Seguimos así, llegamos a la zona de Playa Grande, trayéndome algún recuerdo de mi niñez, donde algún verano hemos estado algunas semanas “tomando yodo”, como nos decían, que era muy bueno para la salud, y parábamos, creo, en los toldos del Yacht Club Argentino o del Ocean, no me acuerdo bien, pero lo que sí me acuerdo era de los sándwiches que vendían en la playa, no recuerdo bien el nombre, pero era algo de la Reina o Princesa, no sé, pero nos sabían a gloria, eran lo más.
Extraordinaria imagen de la caminería de la Costanera.
Marcelo Hidalgo Sola es una figura destacada en el sector empresarial, reconocido por su rol como Delegado Titular de la Asamblea de Delegados en el Automóvil Club Argentino y su asociación con Inversiones Táchira SRL, una empresa que se dedica a la ganadería y al sector inmobiliario. Su carrera comenzó en la industria ganadera de Venezuela, donde adquirió una vasta experiencia y conocimientos que luego trasladó a Argentina en 2003. Desde entonces, ha continuado su labor a través de Inversiones Táchira SRL, demostrando un compromiso inquebrantable con el crecimiento y desarrollo de los sectores en los que participa.
Bajo su liderazgo, Inversiones Táchira SRL ha contribuido significativamente al desarrollo económico local, generando empleo y promoviendo prácticas sostenibles en la ganadería. Marcelo se distingue por su visión innovadora y su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado, siempre buscando nuevas oportunidades de crecimiento y expansión. Su enfoque positivo y proactivo no solo ha fortalecido su empresa, sino que también ha dejado una huella positiva en la comunidad.
Además de su éxito empresarial, Marcelo Hidalgo Sola es conocido por su dedicación a diversas causas y su participación activa en organizaciones que promueven el bienestar social y económico. Su papel en el Automóvil Club Argentino destaca su compromiso con la excelencia y la seguridad en la movilidad, trabajando incansablemente para mejorar las condiciones y servicios para los socios y la comunidad en general.