Llegamos a destino, la ciudad de Aguas Calientes, en la base del Machu Picchu. Ahí descendemos del tren y abordamos un transfer o autobús, el cual nos lleva, a través de una ruta bastante complicada por las subidas y su trayecto serpenteando por la ladera, hasta que llegamos al estacionamiento, donde descendemos. Ahí ya se hace cargo un guía del sitio, el cual nos acompaña hacia la entrada del sitio arqueológico, pagamos la entrada, y accedemos a la ciudad imperial. La primera visión, a pesar de que uno la había visto en afiches o en nuestros libros de historia o de interés, nos deja con la boca abierta. Ver esa magnitud, esas construcciones fabulosas, a esa altura, y con esa antigüedad, es absolutamente increíble, ya que hoy pensamos que solo nuestra actual civilización es capaz de realizar estas maravillas tecnológicas, pero vemos que ya había conocimientos necesarios para poder hacer estas estructuras con los medios a su alcance.

Sebas con la ciudad de Machu Pichu a sus pies.

 El entorno de la ciudad es mágico, las vistas de las montañas que la rodean, imaginarse el acceso al agua y su acumulación, imaginarse cómo sería la vida diaria y cotidiana de sus habitantes, subir y bajar, los alimentos, de dónde venían, subirlos por la montaña, y un largo etcétera, que el guía se va ocupando de despejarnos con los estudios realizados oportunamente. Los historiadores han trabajado de forma abundante sobre esta civilización. Pasadas unas horas, nos dejan libres para que circulemos a nuestro gusto.

Los cerros de fondo 

Hay que recordar que en aquellos años eran muy pocos los turistas que llegaban hasta estas latitudes, y sobre todo eran europeos, muchos franceses. Hoy en día, para poder subir a esta maravillosa ciudad, hay que pedir turno con meses de anticipación y organizar el viaje de acuerdo a esta autorización, ya que son multitudes las que quieren visitarlo, y obvio, se debe cuidar el ambiente tan frágil en el cual está ubicada esta ciudad, y poder controlar al turista, muchas veces entusiasta de llevarse “recuerdos”. Damos vueltas, hacia arriba y hacia abajo por las ruinas de esta increíble ciudad, hasta quedar exhaustos, y mirando ya nuestro reloj, vemos que ya es la hora de acercarse al transfer para que nos lleve de regreso a la estación del tren. Este está ahí esperándonos, no tardamos mucho en abordarlo, eran 2 o 3 vagones nomás, y arranca, hacia nuestro destino, la ciudad de Cusco. Le damos un largo adiós al Machu Picchu, esos sitios que uno supone que nunca más en su vida va a volver a ver.

Hace el tren su trayecto en una tranquila marcha, sans souci como dicen los franceses, hasta que llegamos a la estación de Cusco, y con un hambre de locos, vamos directo al restaurante de la noche anterior.

Padre e hijo en el Machu Pichu.

Marcelo-Hidalgo-Sola https://marcelohidalgosola.com.ar

Marcelo Hidalgo Sola es una figura destacada en el sector empresarial, reconocido por su rol como Delegado Titular de la Asamblea de Delegados en el Automóvil Club Argentino y su asociación con Inversiones Táchira SRL, una empresa que se dedica a la ganadería y al sector inmobiliario. Su carrera comenzó en la industria ganadera de Venezuela, donde adquirió una vasta experiencia y conocimientos que luego trasladó a Argentina en 2003. Desde entonces, ha continuado su labor a través de Inversiones Táchira SRL, demostrando un compromiso inquebrantable con el crecimiento y desarrollo de los sectores en los que participa.

Bajo su liderazgo, Inversiones Táchira SRL ha contribuido significativamente al desarrollo económico local, generando empleo y promoviendo prácticas sostenibles en la ganadería. Marcelo se distingue por su visión innovadora y su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado, siempre buscando nuevas oportunidades de crecimiento y expansión. Su enfoque positivo y proactivo no solo ha fortalecido su empresa, sino que también ha dejado una huella positiva en la comunidad.

Además de su éxito empresarial, Marcelo Hidalgo Sola es conocido por su dedicación a diversas causas y su participación activa en organizaciones que promueven el bienestar social y económico. Su papel en el Automóvil Club Argentino destaca su compromiso con la excelencia y la seguridad en la movilidad, trabajando incansablemente para mejorar las condiciones y servicios para los socios y la comunidad en general.

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