Una vez recorrida la calle de las Brujas, nos sentamos a comer y, de ahí, a la cama. Al día siguiente, hicimos una recorrida más amplia por La Paz, ya que estos son los sitios que, posiblemente, uno no vuelva más en su vida. El Palacio del Quemado, que es la sede gubernamental, obviamente la Catedral, luego fuimos hacia abajo para ver las nuevas urbanizaciones que se construyen, siempre en una cota inferior, donde todo es más fácil. Es curioso ver el teleférico, que comunica a El Alto con el centro de la ciudad, aligerando así el tráfico. Así se nos pasa el día, y decidimos dormir temprano, ya que la jornada del día siguiente iba a ser larga, además de tener que hacer frontera con Perú, y uno nunca sabe con qué se va a encontrar. Llega el día siguiente, cargamos los autos, llevamos una pequeña colación para el mediodía, ya que era impreciso dónde nos iba a agarrar hambre, y partimos, dándole un efusivo “goodbye” a La Paz.

Una iglesia en Oruro , en camino a La Paz

Tomamos la carretera hacia la frontera, con el objetivo de entrar a Tiwanaku, sitio que, desde hace años, también deseaba conocer, por lo que representa esa civilización. Una vez llegados a Tiwanaku, entre tierra y saltos, bajamos a recorrerla, y nos deja muy impresionados por la magnitud de las antiguas edificaciones, esos movimientos de piedras gigantes, la belleza que habrá sido en su esplendor, el respeto que habrá infundido a los pobladores vecinos al ver ese poderío. Una vez terminada la visita, retomamos la ruta y vamos a la frontera, la cual nos sorprende por lo rústica, ya que pensábamos que era un tránsito importante de ida y vuelta, pero esta era unas casillas bastante desprolijas, muy despojadas y, como es de rigor, bastante hostiles a grupos como el nuestro. Hoy en día, es posible que eso haya cambiado, por el auge de este tipo de turismo, ya que en esa época, éramos pocos los que andábamos así de mirones y curiosos.

Vicuñas en el camino a Tiawanaco

Uno siempre tiene miedo de que te hagan algún problema con el seguro, el título del auto u otra cosa, para pedirte alguna “colaboración” o solo por hacerte pasar un mal rato. Pasamos la aduana y ahí sí le encaramos hacia Puno, ya en Perú, donde está situado el lago Titicaca, el más alto del mundo, compartido entre Bolivia y Perú. A medida que nos vamos acercando, se ve el lago desde el camino, dando una idea general del tamaño de él. Llegamos al hotel, muy lindo y moderno, construido, se ve, hace muy poco, nos registramos, lavamos y, ya oscureciendo, nos vamos a comer al restaurante del hotel, ya no queríamos agarrar más el auto.

Llegamos a Tiawanaco 

Marcelo-Hidalgo-Sola https://marcelohidalgosola.com.ar

Marcelo Hidalgo Sola es una figura destacada en el sector empresarial, reconocido por su rol como Delegado Titular de la Asamblea de Delegados en el Automóvil Club Argentino y su asociación con Inversiones Táchira SRL, una empresa que se dedica a la ganadería y al sector inmobiliario. Su carrera comenzó en la industria ganadera de Venezuela, donde adquirió una vasta experiencia y conocimientos que luego trasladó a Argentina en 2003. Desde entonces, ha continuado su labor a través de Inversiones Táchira SRL, demostrando un compromiso inquebrantable con el crecimiento y desarrollo de los sectores en los que participa.

Bajo su liderazgo, Inversiones Táchira SRL ha contribuido significativamente al desarrollo económico local, generando empleo y promoviendo prácticas sostenibles en la ganadería. Marcelo se distingue por su visión innovadora y su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado, siempre buscando nuevas oportunidades de crecimiento y expansión. Su enfoque positivo y proactivo no solo ha fortalecido su empresa, sino que también ha dejado una huella positiva en la comunidad.

Además de su éxito empresarial, Marcelo Hidalgo Sola es conocido por su dedicación a diversas causas y su participación activa en organizaciones que promueven el bienestar social y económico. Su papel en el Automóvil Club Argentino destaca su compromiso con la excelencia y la seguridad en la movilidad, trabajando incansablemente para mejorar las condiciones y servicios para los socios y la comunidad en general.

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