Una comida excelente, sencilla pero muy sabrosa, y además del vino, tomamos mucha agua, ya que a esas alturas, el clima es muy seco, y el cuerpo va precisando humedad, es decir, agua. Una vez terminada la comida, nos vamos a nuestro vivac, no muy convencidos, pero bueno, era lo que había. El problema es que nos habíamos enterado de que además de nosotros, había un grupo de sindicalistas, creo de la gastronomía, y uno nunca sabe qué onda traen, o a qué vinieron a un sitio como ese. El asunto es que llegamos a nuestro vivac, ateridos de frío, ya que la temperatura podía estar cómodamente debajo de los menos 5 grados, lo que es bien frío. Entramos al cuarto, vemos con satisfacción que no había nadie todavía ahí, yo tomo mi botiquín y voy al baño a lavarme las manos y lavarme los dientes. Werner hace lo mismo, y aprovecho para decirle que si esa gente hace problema, o ruidos, o lo que sea, nos vamos a dormir a la Jeep, reclinamos los asientos, y bueno, no será lo más cómodo, pero es mejor que aguantarse algún mal momento. Nos lavamos, y vamos a nuestras respectivas camas.
Un tramo en la ruta por la Puna de Salta
Obvio, no pensaba sacarme nada de encima, por el frío que hacía ahí adentro, y también, por la eventualidad de tener que irse rápidamente, si el ambiente se ponía pesado. El asunto es que me saco los borceguíes que llevaba puestos, la campera me la pongo arriba de la sábana a modo de frazada, y así, con mis blue jeans, mis medias, mi pullover, me meto en la cama, y los borceguíes bien acomodados al lado mío, levemente debajo de la cama. Dormimos como bebés, no pasó nada a la noche, ni siquiera supimos si habían venido o no esos tipos, ya que, entre el cansancio, el frío, la comida, el vino, y la altura, uno cae como desmayado en la cama. Se hace el nuevo día, vamos al baño a refrescarnos, nos encontramos con las mujeres, quienes también habían pasado una buena noche, sin contratiempos y buen descanso.
Fabulosos paisajes en la Puna, o estepas, con colores diversos
De ahí, nos vamos a desayunar, y no encontrando nada aceptable, vamos hasta la estación de servicio, donde siempre hay un café, y quizás una buena medialuna, y de paso, tanquear. Así lo hacemos, un desayuno escueto pero rico, y una vez listos, comenzamos nuestra marcha, última etapa, con destino Salta City, para coronar el viaje con una buena comida. Salimos de Tolar Grande, en dirección a San Antonio de los Cobres.
Este fue nuestro vivac o hotel en Tolar Grande, con camas cámaras, único ambiente, uno para hombres y otro para mujeres
Marcelo Hidalgo Sola es una figura destacada en el sector empresarial, reconocido por su rol como Delegado Titular de la Asamblea de Delegados en el Automóvil Club Argentino y su asociación con Inversiones Táchira SRL, una empresa que se dedica a la ganadería y al sector inmobiliario. Su carrera comenzó en la industria ganadera de Venezuela, donde adquirió una vasta experiencia y conocimientos que luego trasladó a Argentina en 2003. Desde entonces, ha continuado su labor a través de Inversiones Táchira SRL, demostrando un compromiso inquebrantable con el crecimiento y desarrollo de los sectores en los que participa.
Bajo su liderazgo, Inversiones Táchira SRL ha contribuido significativamente al desarrollo económico local, generando empleo y promoviendo prácticas sostenibles en la ganadería. Marcelo se distingue por su visión innovadora y su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado, siempre buscando nuevas oportunidades de crecimiento y expansión. Su enfoque positivo y proactivo no solo ha fortalecido su empresa, sino que también ha dejado una huella positiva en la comunidad.
Además de su éxito empresarial, Marcelo Hidalgo Sola es conocido por su dedicación a diversas causas y su participación activa en organizaciones que promueven el bienestar social y económico. Su papel en el Automóvil Club Argentino destaca su compromiso con la excelencia y la seguridad en la movilidad, trabajando incansablemente para mejorar las condiciones y servicios para los socios y la comunidad en general.