El asunto es que enciendo la jeep Gran Cherokee, pongo directa, piso el acelerador y empezamos a correr por la huella, mantengo la velocidad en unos 80 kms. la hora, hasta que al fin llegamos al comienzo de esa cuesta, suave al principio, y mientras más avanzamos, se va poniendo cada vez más escarpada, y ahí la caja automática de la camioneta empieza a bajar la marcha, pasando de directa a 3.ª, y más subimos y rebaja nuevamente a 2.ª marcha, y ahí vamos, haciendo fuerza con el cuerpo también, pisando el acelerador siempre con la misma potencia, no bajando de vueltas en el motor, manteniéndolo estable y sin pisarlo más, ya que ahí podíamos empezar a patinar y chau, ya no salís más. Entonces ya vemos la cima, a pocos metros, y ahí la camioneta baja a 1.ª, para hacer los últimos metros, y a duras penas llegamos hasta arriba, al remanso, nos juntamos con los otros 2 vehículos y bajamos.

Estacionados antes de encarar la cuesta de la muralla camino a Tolar Grande, fue todo una experiencia, salía arena por todas partes, y vemos hacia la cuesta, y notamos las profundas huellas que dejó nuestra Jeep, que al no haberlas desinflado, quedaba más marcada la señal. Y ahí le hacemos señas para que la otra Cherokee avance, y la vemos allá abajo empezando a tomar velocidad, hasta que llega al comienzo y empieza a ascender, pero al poco trecho de andado, esta se entierra en ese arenal volcánico, intenta poner primera y arrancar, pero nada, es imposible, por lo que retrocede hasta la llanura nuevamente, y ahí sí pone de nuevo a andar la Cherokee, la cual tenía una caja de cambios manual, esta vez, sin miedo y a mayor velocidad, y empieza a negociar la cuesta, esta vez con mayor potencia, y va haciéndolo, bajando de cuarta a tercera y de tercera a segunda y de segunda a primera, hasta que al faltar unos 10 metros, ya nada, se queda encajada, y no hay forma de que salga por sí sola. Es por esto que Federico saca un par de eslingas, y las atamos detrás de las 2 Toyotas, ya que estas sí tenían ganchos para amarrar lancha y/o remolque, y amarran las terminales a la Cherokee, al falso chasis de ella, lo cual no era una garantía de éxito, pero igual así quedó. Ponen en marcha la Cherokee, y a la vez, las Toyotas empiezan a traccionar, y así, lentamente, la Cherokee va haciendo sus últimos 10 o 15 metros, hasta que llega a la cima y se forma un griterío de alegría.

Una vista a la nada, borde infinito. Nos relajamos un rato, charlamos, comemos alguna boludez que habíamos llevado, y ya siendo una hora bastante avanzada, ponemos rumbo a Tolar Grande, nuestro destino.